Esta noche… Hablo
desde el alma, desde el recuerdo, desde un camino vacío, desde un cuento inacabado,
desde una historia de triple punto.
A veces nos cuesta afrontar un sentimiento, nos asusta, y
nos escondemos del mundo rehuyendo lo inevitable.
Otras simplemente,
queramos o no, no podemos aceptarlo, pese a que el pecho nos arda por dentro, porque
eso sellaría nuestra última salida, dejándonos solos y desterrados en un vacio
inexistente.
Pues la vida no siempre es de un color rosado, sino que a veces
es de un gris tan opaco que no nos deja ver, y cometemos estupideces que hasta
para nuestro propio pensamiento resultan cómicamente inmaduras y ridículas.
Hoy hablo de un cielo
sin estrellas, de una luna que temía a
salir de noche, hablo de un marinero perdido que no encuentra su puerto, de una
gaviota que no encuentra un cobijo para resguardarse de la tormenta.
Hablo de todo lo que un día fue pura magia, y se quedo sin polvos en su guantera, de un
sentimiento inagotado, de guerras a fuego lento y corazones helados. Hablo de
lo que pudo ser y no fue, de todo y de nada. Hablo de ti y de tu forma de
congelar el tiempo, de cómo lo hiciste, de tu forma de congelarme...
Y así todo lo que un día
parecía tan fácil e inimaginable, comenzó a torcerse, a desvanecerse… a volatilizarse junto a las hojas del otoño. Todo
acabó desapareciendo, dejando aparcados los restos de su sombra junto a cada
paso que recorrió a mi lado.
Y Mientras le suplicaba
a cada estrella que me la devolviera, la
besaba noche tras noche, acariciaba su pelo, olía el aroma de su cuello…
mientras ella dormía en otra cama sin recordar siquiera mi nombre.
Hay muchos que
piensan que no todas las historias
acaban bien. Yo pienso que nada acaba
hasta que el corazón deja de latir, y eso… es algo indescriptible, más allá de un puñado de palabras plasmadas en
un papel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario