Los sueños a veces, viajan en un viejo vagón de metro.

 

Homenaje a Ismael Serrano.


La desconocida subía siempre en aquella parada. Conocía cada rostro, cada voz… compartiendo bostezos entre la muchedumbre. Yo por otra parte, me encontraba solo, como cualquier rutinario día, sentado al borde del andén. Cuando de pronto la vi…
Esos ojos azules como las olas, esa figura inconfundible, esa sonrisa... Era ella. La chica que cambió mi vida hace 10 años...
Subí al vagón tras ella, siguiendo el camino que desprendía el aroma de su pelo, y me senté a su lado, despacio. Temblando, como un niño inocente mientras es presentado ante la chica que le gusta. Sujeté una revista pasada de fecha, y mientras aparentaba leer esas viejas páginas, disimulados, mis ojos no podían dejar de mirarla… Quise agarrarla fuertemente de mi mano y no soltarla nunca, estaba tan cerca de mi lado…
Ella permanecía en silencio pensativa en su asiento, mientras tanto, mi boca, tras varios intentos fallidos separó sus labios.
¿Como estas? ¡Cuánto tiempo! ¿Te acuerdas de mí?
La chica miró hacia otro lado, mientras su boca pronunció en voz muy baja: Perdone, pero creo que se ha equivocado.
Despacio, me retire en silencio hacia otro asiento, mirando hacia el suelo. Más viejo, más cansado… mientras una lágrima se deslizaba lentamente por mi mejilla y algo se rompía en mi pecho.
Supongo que ella no llego a sentir lo mismo que yo en aquellos tiempos, que mi rostro no fue más que otro tren pasajero, pero de una cosa estoy seguro. Que pese a todo… antes de rendirnos, fuimos eternos.